El asombroso mundo de Gumball - Recomendado por Joaquín Reyes

El estreno, en la primavera de 1996, de ‘Toy Story’ (disponible en Disney+) cambió de arriba a abajo el mundo de la animación infantil. De repente las películas para niños ya no eran como antes. Ahora un adulto podía disfrutar también de la experiencia, sintiendo que había algo en la pantalla que, además de a los críos, también le apelaba a él. Desde entonces, las series de dibujos nunca han vuelto a ser lo mismo. Buena muestra de ello es ‘El asombroso mundo de Gumball’. Joaquín Reyes cree haber encontrado la clave de su éxito: “Tiene un sentido del humor muy inteligente, muy original, es muy divertida, trata a los niños no como si fueran tontos…”

Esta es quizá la clave de todo. Tratar a los niños como niños, no como adultos con pocas luces. Con esa perspectiva, a finales de los 90 y principios de los 2000, toda una hornada de dibujos de Cartoon Network revolucionaron el panorama de la animación infantil. ‘Las supernenas’, ‘El laboratorio de Dexter’, ‘Vaca y Pollo’ o ‘Johnny Bravo’, series de episodios cortos llenos de imaginación y con un humor macarra y surrealista, marcaron el camino para las posteriores ‘Bob Esponja’ u ‘Hora de aventuras’. De esas mismas fuentes bebe esta joya disponible en HBO Max que, para Joaquín Reyes, dentro de esta nueva ola de dibujos, es la más destacada. “Gumball es la mejor”, afirma sin dudar.

“Si tienes sangre en las venas, esta serie es para ti’, así de clara tiene su opinión el cómico sobre las aventuras de esta peculiar familia en la que el hijo es un gato azul, la hija una coneja rosa y al pez de la casa le han salido piernas. Partiendo de los principios básicos de la sitcom clásica, ‘El asombroso mundo de Gumball’ es una explosión de originalidad, tanto en sus tramas y sus personajes como en su aspecto visual. “Combina muchos tipos de animación. Combina 3D, 2D, hay todo tipo de diseños, hay animales, hay personajes que son un helado, una nube, Y lo combina de una manera que funciona de maravilla”, explica Reyes.

Más allá de su carácter experimental e inquieto, la serie también sabe transmitir valores pero manteniéndose siempre alejada de la moralina y el aburrimiento. El buen humor, la fantasía y las risas se mezclan con mensajes de inclusión, tolerancia y respeto. Saltándose las leyes de la lógica, intentando siempre innovar y sorprender, sus tramas buscan enseñar valores pero nunca sermonear. Es, ante todo, un gozo divertido y juguetón.

“Es todo luz”, explica Joaquín Reyes. “Te ves dos capítulos por la mañana y el día ya va todo solo. Es beneficiosa para la salud”.