Succession - Recomendado por Belén Cuesta

En 2010, el guionista británico Jesse Armstrong, famoso por sátiras como In the Loop y Four Lions (disponibles en Filmin), logró colar una de sus obras en la lista de los guiones más codiciados de Hollywood. Se llamaba Murdoch y era la historia de la disputada herencia empresarial del propietario de medios como Fox y The Sun. Pero nadie se atrevió a producirlo. Meterse así con el magnate de la comunicación sonaba poco tentador para cualquier compañía. Cuando todos se olvidaron de aquel libreto, el escritor decidió vender una serie a HBO. Se llamaba Succession, y sí, trataría sobre la lucha por la fortuna familiar de cuatro ambiciosos hermanos. Pero no quería que nadie se confundiera. Ya no eran los Murdoch. Ellos eran los Roy. Cualquier parecido con la realidad sería casualidad. O, al menos, eso debíamos creer.

La realidad es que los Roy de Succession deben mucho a los Murdoch, pero también a esas clásicas familias adineradas de la ficción como los Ewing, los Channing o los Soprano. Son una especie de clan mafioso del capitalismo propios del siglo XXI. “La serie tiene esa cosa telenovelera de intrigas familiares que siempre ha funcionado y siempre funcionará en las series”, explica la actriz Belén Cuesta, que se reconoce fascinada por este mundo “shakespeariano” en el que, sin embargo, le costó entrar: “Los dos primeros capítulos los odié. No entendía cómo me podían caer tan mal todos los personajes. Al tercer capítulo, ya no puedes dejar de verla”.

Esa cuerda floja es en la que camina la serie de HBO España, nada interesada en hacer amigables a sus personajes. Eso la ha convertido en la producción de prestigio que hay que ver, heredera de Juego de tronos en los premios (tiene un Emmy y un Globo de oro como mejor drama) y de Veep en sus sibilinos diálogos y humor negro en las bambalinas del poder: “En el fondo es todo muy dramático, pero tiene un humor patético fascinante”, aplaude Cuesta.

Todo es tan interesante en la vida de estos millonarios acomplejados y henchidos de ego que al final quién será el sucesor es lo de menos. Solo necesitas seguir viéndoles caer y soltando barbaridades. “Es como si estás viendo un vídeo de Instagram de gente que te cae mal, pero no puedes parar de verlo. No quieres ser como ellos, pero te fascinan. Eso es porque están muy bien